Marlen Estévez, abogada con diez años de experiencia y socia de Litigación y Arbitraje de Roca Junyent, está especializada en resolución alternativa de disputas. A lo largo de su trayectoria profesional, desarrollada tanto en Madrid como en Londres, ha prestado asesoramiento a empresas de todos los sectores (banca, energía, construcción, distribución, consumo, seguros, capital riesgo etc.), tanto en controversias nacionales como internacionales.
Es licenciada en Derecho y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Pontificia de Comillas (E-3) y mediadora civil y comercial de la Asociación Española de Expertos Jurídicos y Mediadores Arbitrales. Ha sido nombrada secretaria de la Sección Iberoamericana de Derecho de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España y es miembro de la delegación española ante el Consejo General de Abogados Europeos. Asimismo, colabora regularmente con varios periódicos nacionales, entre ellos Expansión y Cinco Días, realiza seminarios privados y es profesora en el Máster en Derecho de la Universidad Cardenal Cisneros.
Esta joven abogada ha sido reconocida como una destacada profesional dentro de su campo por renombrados directorios internacionales como Chambers & Partners y Best Lawyers.
- ¿Cuál fue tu primer acercamiento al arbitraje y por qué decidiste enfocar tu carrera profesional hacia esta materia?
Mi primer acercamiento al mundo del arbitraje lo tuve al comenzar mi carrera profesional en Cuatrecasas, donde entré a formar parte del departamento de derecho procesal de la firma.
Sin embargo, fue en mi anterior despacho, King & Wood Mallesons, cuando pude ahondar y profundizar en esta materia. Y ello, gracias tanto al volumen de procedimientos arbitrales en los que estamos inmersos, como también a la oportunidad que me dieron de realizar un secondment en el departamento de arbitraje internacional de la oficina de Londres. En especial, durante dicho período tuve la suerte de participar en numerosos procedimientos arbitrales ante las principales cortes de arbitraje internacionales, colaborando mano a mano con grandes y reconocidos profesionales del sector.
Estas experiencias, unidas a la posibilidad que brinda el arbitraje de trabajar en un contexto internacional y multicultural (con compañeros de otras jurisdicciones, en diferentes idiomas y aplicando en ocasiones derecho extranjero o normas jurídicas de naturaleza internacional), fueron determinantes para convencerme de que quería orientar mi carrera hacia esta especialidad.
- ¿Cómo definirías la situación del arbitraje en España?
A día de hoy puede afirmarse que el arbitraje es ya una realidad en España. Y no sólo el arbitraje puramente comercial entre empresas, sino también otras modalidades como por ejemplo el arbitraje de consumo, de transportes o en materia de arrendamientos.
Este crecimiento del arbitraje en España ha conducido, entre otras cosas, a la creación de numerosas instituciones arbitrales en nuestro país, tanto por parte de los propios colegios de abogados, como por iniciativa privada. Gracias a estas iniciativas se potencia esta práctica y se trata de acercar a las Pymes el acceso a este sistema de resolución alternativa de conflictos.
Por otro lado, no podemos olvidar el papel que juegan a este respecto las principales universidades españolas, a través del desarrollo e implantación de cursos y máster especializados en esta materia, que tan buena acogida y aceptación están teniendo. De hecho, algo que me ha llamado profundamente la atención es el interés que muestran los alumnos por esta asignatura, quizás tan atractiva para ellos por su vertiente internacional.
Por último, igualmente importante es la cantidad de congresos y conferencias que cada año tienen lugar en España, tales como el Open que organiza la Asociación Europea de Arbitraje, que se ha convertido ya en un referente del sector, tanto a nivel nacional como internacional. Estos eventos sirven de punto de encuentro para aquellos que nos dedicamos a este mundo y ponen en evidencia el buen momento que está atravesando el arbitraje en nuestro país.
- ¿Qué necesita España para mejorar su posición en arbitraje internacional?
Desde mi punto de vista, España tiene aún mucho recorrido para mejorar su posición y convertirse en una de las sedes de referencia. Para ello, sería bueno contar con:
- una corte arbitral de reconocido prestigio que pudiese competir en igualdad de condiciones con el resto de sus homólogas en el extranjero,
- árbitros cada vez más especializados,
- profesionales cada vez más formados y preparados capaces de adaptarse a las necesidades cambiantes que demandan las empresas y
- recursos financieros adecuados para dar al arbitraje español la difusión que merece.
La buena noticia es que coyunturalmente el momento para llevar a cabo este posicionamiento de España como sede arbitral de referencia no puede ser mejor. Entre otras cosas, a la vista de la situación tan delicada que está atravesando una de las principales sedes arbitrales del mundo, como es Londres, fruto del Brexit.
Por lo tanto, tenemos que aprovechar esta coyuntura, tanto a nivel institucional como privado, para convertirnos en auténticos embajadores de la marca España en el exterior con objeto de atraer la atención internacional para convertir a España en una de las principales sedes arbitrales.
- Como abogada con experiencia en arbitraje, ¿cuál es la situación de la mujer en el arbitraje en España? ¿Qué opinas de movimientos internacionales como el Equal Representation in Arbitration Pledge?
Desafortunadamente, considero que la mujer sigue estando infrarrepresentada en este sector, tanto a nivel nacional como internacional.
En este sentido, resultan llamativas las estadísticas publicadas por tres de las principales cortes españolas de arbitraje (Corte de Arbitraje de Madrid, Corte Civil y Mercantil de Arbitraje y la Asociación Europea de Arbitraje) y por instituciones de arbitraje internacional (como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI), la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional (CCI) o el Instituto de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Estocolmo (SCC)).
Especialmente ilustrativas son las estadísticas de la CCI, donde se refleja que se nombra a una mujer como árbitro únicamente en un 10% de los asuntos tramitados, como también las de la SCC, en las que se indica que sólo se nombra a una mujer en el 6,5% de las designaciones que realizan las partes como autoridad nominadora.
Así, vemos como en la actualidad el papel de la mujer todavía no ha adquirido el reconocimiento merecido. No obstante, lo cierto es que se están haciendo grandes esfuerzos por mejorar la situación. Un ejemplo evidente de lo anterior, es el movimiento que mencionas, el Equal Representation in Arbitration Pledge, que comparto plenamente, ya que trata de concienciar sobre la importancia de la diversidad y de impulsar la presencia de la mujer en este sector.
- ¿Cuáles son los retos que enfrenta actualmente el arbitraje internacional?
Entre los numerosos retos a los que se enfrenta, me gustaría destacar principalmente dos:
- ser capaces de adaptarse a las necesidades de quienes son sus principales stakeholders, las grandes y medianas empresas, y
- generar confianza, siendo especialmente escrupulosos a la hora de tratar cuestiones como la transparencia y la independencia e imparcialidad del árbitro.
Sin embargo, otro de los retos a los que se enfrenta el arbitraje internacional en estos momentos es el que atañe al arbitraje de inversiones. En particular, me refiero a iniciativas como la de la Comisión Europea, que pretende llevar a cabo la creación de un tribunal multilateral de arbitraje permanente que resuelva las disputas entre Estados e inversores en los acuerdos comerciales; y que está inspirada en el tribunal que Bruselas y Ottawa han acordado para el CETA. Si el proyecto sale adelante, la UE ya no tendría que negociar un sistema de arbitraje en cada uno de los tratados comerciales que suscribiese en el futuro con terceros países.
- ¿Cómo valoras la creación del Centro Iberoamericano de Arbitraje?
Considero que es un proyecto apasionante, del que todos deberíamos sentirnos orgullosos, tanto por su envergadura (creación de una corte arbitral para Latinoamérica, España y Portugal) como por su componente innovador.
Resulta absolutamente positivo que países que comparten las mismas raíces, idioma, cultura y tradición jurídica puedan contar con una corte arbitral hecha a su medida y a la de sus empresas. Máxime, cuando es la primera vez que se crea una institución especialmente dirigida, desde su creación, a Iberoamérica y a los intereses comerciales que se generan en ese territorio.
Así pues, desde mi punto de vista, el CIAR –de la mano de profesionales de la talla de D. Luis Martí-Mingarro– ha venido a cubrir una carencia y necesidad que existía en el mercado. Y lo que es más importante, lo ha hecho prestando especial atención a la transparencia y rapidez, que son dos de los principales requisitos que venían demandando las empresas.