Estamos de vuelta y hoy toca compartir los 30 años del Willem C. Vis International Commercial Arbitration Moot, una de las experiencias educativas con más impacto. Arbitraje internacional, comercio internacional y educación han logrado hacer historia paso a paso, diplomática y contundentemente. Por Leonor Agüera Jaquemet, abogada española e inglesa, árbitro trilingüe de doble nacionalidad española y francesa, entrenadora y formadora de equipos de arbitraje internacional con alto nivel de compromiso.

El viernes 31 de marzo 2023, apenas pasadas las cinco y media de la tarde, las puertas del Wiener Konzerthaus de Viena se abrían y volvían a acoger a miles de estudiantes de derecho y entrenadores de todo el mundo vestidos para una ocasión irrepetible. No faltaba ni un detalle.

Arrancaba ni más ni menos que la trigésima edición de la competición de arbitraje más grande del mundo, los juegos Olímpicos del derecho. Comenzaba un año más la experiencia educativa con más impacto en el mundo.

Tras tres años de ediciones virtuales, volvió a su versión presencial habiendo superado con creces las distancias impuestas por la pandemia y de la mano de un caso de compraventa de drones. Volvía a la Viena de los grandes tratados internacionales, desafiando las temperaturas más invernales de una primavera incipiente y arrancaba con una ceremonia de inauguración mezcla de ritual y de novedad. 

La majestuosidad del sitio habla por si sola del momento, se palpan los nervios, la excitación, las risas, las grandes expectativas y es que el momento es sin lugar a dudas histórico y educativo. 

Vuelven los reencuentros y se empiezan a forjar las amistades y lazos profesionales de quienes están a punto de ver cómo el esfuerzo y trabajo de arduos meses se convierte en una semana que dejará una huella indescriptible en sus vidas porque si algo define el Vis en palabras de sus protagonistas, los estudiantes, es su intensidad, su adrenalina, su impacto educativo, su capacidad de ser un enorme punto de inflexión en sus vidas personales, académicas y profesionales. 

Ahí está sentado en cierto modo el futuro profesional del mundo jurídico. Repartidos en butacas los que tuvieron la suerte de lograr un sitio y a fuera los que no pudieron tener asiento pero acudieron al pistoletazo de salida para brindar juntos por el trigésimo aniversario de una competición de la que ya forman parte. 

De todos ellos saldrán abogados, árbitros, profesores, empresarios, diplomáticos, políticos, y hasta representantes de Estado como quien toma la palabra para inaugurar el Willem C. Vis International Commercial Arbitration Moot y se dirige a una audiencia expectante, entusiasta y conocedora de que entran a formar parte de su historia y de que el Vis es ya parte de las suyas. Todos con la humildad de quien sabe lo que es ser parte de algo tan grande como el Vis.

Porque como bien dice uno de los co-directores del Vis y artífice cada año del caso de la competición, la competición educativa forma grandes profesionales y sin el esfuerzo de muchos profesionales, instituciones y estudiantes no sería posible. Aquí hay una unión de  voluntades y consentimientos. 

Toma la palabra la presidenta de Kosovo, Vsoja Osmani, doctora en derecho, entrenadora durante más de 15 años de equipos participantes de la competición y antigua participante o mootie como se conoce a quien forma parte de esta experiencia educativa. No hay mejor ejemplo de lo que produce esta experiencia educativa que escuchar las palabras de quienes participaron en ella y vieron el retorno de tal experiencia en sus carreras profesionales.

Nadie mejor que ella sabe lo que significa estar ahí en Viena, ser parte de esta experiencia educativa y estar sentado donde está su audiencia. Más aún cuando se dirige a la audiencia haciendo uso de los mismos 14 minutos que cada estudiante tendrá para presentar sus argumentos ante tribunales arbitrales formados por profesionales con distinta formación jurídica. Nadie mejor que la audiencia que escucha para reconocer la importancia de esas palabras, ese momento y aplaudir a quien un día estuvo donde están ahora.

Como bien comparte, en este momento arranca una semana de retos para los estudiantes y con cada reto vendrán las experiencias, momentos únicos y preciosos, como también lo es el poder estar ahí porque participar en esta competición requiere de sacrificios personales y financieros. Volver a Viena y al Vis o estar en Viena por primera vez es uno de esos momentos inolvidables sin lugar a dudas. Sólo quién lo vive puede entender la dimension total de estas palabras. El Vis es una de esas experiencias que hay que vivir para acabar de entenderlo y cuya participación es preciso apoyar.

Este 2023 es además causa de mayor júbilo en la audiencia porque se vuelve a una edición presencial por completo, con todo el esfuerzo, organización y trabajo que supone. El viernes había más motivo que nunca para celebrar esa ceremonia de inauguración porque no hay nada comparable a una edición en vivo y en directo en Viena. Bien lo sabemos quienes lo hemos vivido año tras año y aquellos que no habiendo tenido esa oportunidad por la pandemia decidieron venir este año de alguna manera para poder llevarse esa parte del Vis que les faltaba. Bien lo intuyen quienes escuchan y se saben afortunados porque no todos los días tienes a un jefe de Estado dirigiéndote a ti con la complicidad de quién sabe lo que les espera.

El Vis es social, es primaveral a pesar de las temperaturas invernales de este año. Aquí en Viena florece un sentimiento indescriptible, irrepetible e intangible y que atrapa. Por mucho que lo cuentas no se entiende si no se vive porque como uno de los estudiantes que he entrenado este año describe “lo he vivido con tanta intensidad que siento que ahora tengo una terrible sensación de “vacío “. El Vis engancha, encandila, maravilla, y te arroja a explorar más allá. 

El Vis es una gran familia y como el turrón en navidad, el Vis siempre vuelve una semana antes de Semana Santa. Momento de compartir, celebrar, sorprender, ilusionar, reconfortar y argumentar. Su componente educativo se entremezcla con su parte social, su dimensión da fe de su diversidad e internacionalidad. Se dice pronto pero 87 jurisdicciones reunidas durante una semana dan fe del impacto de esta experiencia educativa. África, Asia, Europa, Latinoamericana, Norte América, Canadá y Australia están representadas en casi 400 equipos. Ahí están un puñado de universidades españolas y muchas más latino americanas.

Arrancó la trigésima edición con 378 equipos tras desafortunadamente no poder algún equipo acudir a Viena por denegación de visados y es que esta competición también muestra a los estudiantes que la política, las guerras y lo que pasa en el mundo también tiene su reflejo a nivel educativo. 

El derecho, el arbitraje y el comercio internacional son lo que unen a miles de personas en esta competición y que junto a todos los aprendizajes personales, académicos y profesionales hacen esta experiencia educativa única y un motivo por el que invertir en estos futuros profesionales. 

Estamos hablando de un punto de inflexión en la vida de muchísimas personas, estamos hablando del mayor aprendizaje de lo que pueden ser capaces de hacer con sus conocimientos y habilidades. El Vis invita a valorar la práctica del conocimiento. El Vis es el reconocimiento al esfuerzo.

Mucho ha cambiado desde que empezó en 1993 el Vis con tan sólo 11 equipos. Mucho ha cambiado desde que la presidenta de Kosovo fue parte de la competición 20 años atrás y de esa primera edición en la que participé como árbitro en 2013. Sin embargo, el espíritu de esta experiencia educativa sigue intacto. Hoy en día el Vis se ha convertido en la mayor expresión de diversidad e inclusión y de competición sana y justa. Ha sabido adaptarse al cambio y mantener sus orígenes y la visión con la que nació. Su espíritu marcial, su confianza en si mismo, su energía inagotable, su ambición por demostrar otras formas más prácticas de enseñar y aprender y ser pionero en abrir camino a otras competiciones de arbitraje.

En el Vis nadie pierde realmente, mirarlo en términos de perder o ganar es tener una visión limitada, sesgada y no entender lo que realmente se lleva cada estudiante y profesional que participa en el Vis. Aquí se gana personalmente, académicamente y profesionalmente desde el primer día porque el Vis es sumamente generoso con quién se da y entrega. El Vis exige muchísimo trabajo, noches en vela, trabajo que va más allá del de un grupo para convertirse en el de un equipo que cuida por cada uno de sus miembros. El Vis hace soñar despierto y da las herramientas para que puedan materializarse esos sueños. 

Ganar o perder la competición es lo de menos porque compartir una lágrima, un momento de agobio teniendo quién te escuche da igual la hora, poder contar con quién te brinda una solución a la una de la mañana o se alegra de que sigas en otra ronda es sin duda muchísimo más importante. El poder disfrutar de una conversación con un árbitro que de otra forma sería imposible, conocer el autor de los comentarios de libros de derecho que has leído y releído hasta la saciedad, disfrutar de la complicidad de profesionales para aprender a hacer un networking sano y valorar lo mucho que has evolucionando personalmente, académicamente y profesionalmente eso es lo que se gana. Descubrir tu potencial y reconocer el de muchos otros de los que sigues aprendiendo.

Amistades y contactos profesionales cuyos lazos crecerán gracias a esta experiencia y esos momentos compartidos. Oportunidades y puertas que se abrirán por lo adquirido en estos intensos meses de esfuerzo que culminan en una semana frenética pero tan enriquecedora que sólo con el tiempo cada uno de los estudiantes verá la dimensión de lo que han ganado. Quién se queda con un ranking no ha entendido nada de nada de lo que es esta experiencia educativa vestida de competición. 

Porque en momentos como los que vivimos es importante ser conscientes del impacto que tiene y ha tenido esta competición en la sociedad, en la educación y en los profesionales que hoy en día a su vez acuden a Viena a devolver un granito de lo que les ha dado el Vis. Porque el Vis es de los que dan no de los que sólo esperan sacar como sanguijuelas, es de los que saben aunar fuerzas y no de los individualistas, es de los que quieren transmitir y ayudar no de quienes buscan salir en fotos y que se les reconozca. Es de los que trabajan con tesón y quieren mejorar.

La humildad es importante en el Vis porque siempre hay quien sabe más y saber que aprendes con otros y de otros. Nunca hay dos formas iguales de presentar argumentos es la gran lección. Aquí la experiencia vale más que un título o creerse autoridad. El Vis abre mentalidades y forja personalidades.

El Vis ha sido crucial en el desarrollo del arbitraje internacional, del derecho mercantil internacional, del convenio de Viena y de la apertura de la educación hacia otras formas de aprender y formar profesionales en muchos países. Ha sido crucial para enseñar el valor de la diversidad y la importancia de compartir conocimientos y descubrir otros sistemas jurídicos. Hay equipos tan internacionales como el que esté año entrené (Alemania, Polonia, Italia, Panamá y España representaban por primera vez a la Universidad CEU San Pablo, Madrid) y profesionales con trayectorias internacionales académicas y profesionales que aportan una capacidad de mirar un caso desde la riqueza de la multiculturalidad y multijurisdicionalidad.

Si un país como Kosovo ha logrado pasar de no tener ley de arbitraje a fomentar el arbitraje. Si lo mismo ha pasado en otros países es en parte porque el Vis ha educado en la importancia que tiene el arbitraje en los negocios y en la sociedad porqué no puede ayudar a que también crezca su impacto en Iberoamérica.

Como bien contaba la presidenta de Kosovo, Vsoja Osmani, al Vis se llega por la generosidad de quien te introduce en esta inmensa experiencia y al que hay que saber reconocérselo. 

En su caso la Universidad de Pittsburgh quién le introdujo a nociones en su día desconocidas como era el arbitraje internacional o la convención de Viena de 1980 y con las que aprendieron a convivir gracias a la experiencia educativa de los casos del Vis y aún cuando la Convención era conocida apenas se usaba por parte de empresas y tribunales. 

Dos décadas después el arbitraje de inversión está presente, existe una legislación en materia de arbitraje y hay un creciente número de profesionales dedicados y adecuadamente formados en materia de arbitraje. Las cláusulas de arbitraje en los contratos están cada vez más presentes y cada vez hay más instituciones arbitrales y se aplica la Convención por parte de tribunales. Y si bien es cierto que las transacciones internacionales han ayudado, la competición del Vis también ha contribuido a la velocidad a la que se ha logrado.

Durante muchos años equipos de Universidades de Kosovo no tenían los medios, el apoyo o las infraestructuras para participar adecuadamente en la competición pero se ha apostado por ello y en alguna edición han logrado llegar a la ronda de los 32 equipos que ya es todo un resultado.

Y es que para lograr resultados no basta con decir que la universidad participa, es necesario invertir en recursos porque como bien decía la presidenta de Kosovo, preparar el Vis para muchos equipos es empezar sin prácticamente apoyos, con la cafetería como centro de reuniones o zoom en mi caso con los equipos que he entrenado y esa complicidad de los camareros que son testigos mudos de las argumentaciones o cómplices de las conversaciones o los libros que escuchan atentamente en una sala pequeña de la biblioteca donde se logra tener reuniones presenciales o virtuales. Es contar con los recursos de quienes son coaches y la generosidad de quien percibe el valor de lo que se prepara.

Por eso es importante invertir y apoyar con recursos a quienes participan porque preparar el Vis requiere mucho esfuerzo, dedicación, experiencia y tiempo. El Vis no se prepara en un curso de 3 créditos europeos  o 75 horas, tampoco se prepara con reuniones de un par de horas los sábados. Pretender prepararlo así es un insulto al enorme esfuerzo que requiere por parte de estudiantes y profesionales.  El Vis no es repetir como un papagayo un texto pre escrito como quien prepara una oposición o un examen oral. El Vis no se prepara siguiendo un libro que uno lee, ni pretendiendo que los estudiantes sean capaces de organizarse el trabajo con mínima supervisión.

El Vis requiere profesionales dispuestos a sacar horas de debajo de las piedras, complicidad y creación de equipo porque el camino es arduo y hay que tener cohesión de equipo para llegar a destino. El Vis requiere de profesionales lo suficientemente humildes para saber que sin experiencia previa uno no prepara el Vis ni lidera un equipo.  El Vis requiere empatía, saber estar en todos los momentos y olvidarse de la frases “soy la autoridad”, “no tengo tiempo” o “tengo que mirar la agenda”. Preparar el Vis es arañar tiempo al sueño, a las horas, a la agenda, a los fines de semana. 

Preparar el Vis como profesional es estar dispuesto a crear canales de comunicación constante y fluida y que surja una confianza mutua y no esperar a que otros hagan el trabajo para luego llevarse las medallas. Preparar el Vis requiere dar al César lo del César y requiere un nivel de inglés fluido, unas ganas de transmitir conocimientos e ir más allá de expectativas. Preparar el Vis es saber liderar equipos humanos y tener una buena gestión del tiempo, de los recursos y conocimientos. 

Preparar el Vis es aceptar consejos y crítica constructiva de quien sabe más qué tú y estar dispuesto a aportar más que mirar cómo llevarse una palmadita. Preparar el Vis y ser coach no es ser profesor, ni mandar leer texto y textos. Ser coach del Vis es tener capacidad para motivar, alientar, alimentar y compartir ilusiones, escuchar, empatizar, guiar, orientar y ayudar a los estudiantes a encontrar respuestas, a lograr redactar y formatear escritos, a enseñar a buscar respuestas y pensamiento crítico. Ser coach en el Vis es sacar el potencial único de cada miembro del equipo y dejar individualismos en casa. Saber aceptar la ayuda que se pide con la humildad de saber sus propias limitaciones. Ser coach no es una cuestión de autoridad sobre unos estudiantes sino una cuestión de confianza mutua a lo largo de un camino estresante y emocionante.

Por eso es necesario también invertir y apoyar a los valientes estudiantes y profesionales que ponen su alma en esta experiencia para que los gastos de desplazamiento, alojamiento, transporte y comida en Viena y durante la temporada de pre-moots no añadan más estrés e incertidumbre, porque son necesarios para que lleguen los resultados. Por eso es importante dar las gracias a empresas como Veragold Mining Company quien generosamente ha acudido al llamamiento a mecenas para ayudar a cubrir ciertos gastos del equipo que he entrenado.

Todos esos miles de estudiantes que han participado han experimentado las noches en vela, la incertidumbre de saber si llegarán a Viena unos por visados, otros por no saber si habrá recursos suficientes para poder viajar y estar una semana en Viena, otros por la intensidad de la preparación. Todos habrán tenido sueños con drones y sus argumentaciones, habrán bromeado en torno al caso mientras se habrán preguntado si son capaces y pueden hacerlo y todos acabarán al final con esa sensación de que se podía quizás haber hecho más pero felices por la experiencia. Todos habrán madurado personalmente, académicamente y profesionalmente.

Si una cosa queda clara en la inauguración de la trigésima edición del Vis es que ha sabido crear generaciones de profesionales con visión internacional, que creen en lo que representa y transmite y en la necesidad de tomar acción y hacer para transformar y construir realidades.

El Vis es una combinación de la perseverancia y trabajo concienzudo de muchísimos profesionales que animan a los estudiantes de cada equipo y les brindan su apoyo sin mirar el reloj. De aquellos que apoyan a otros equipos de otros países con gestos, recursos o su conocimiento y experiencia. Equipos como Kosovo, Bosnia Herzegovina o Ucrania que han mostrado como la experiencia educativa debe ser apoyada para contribuir a cambiar realidades.

Por eso y por mucho más no estamos celebrando sólo el inicio de una competición sino de una fuerza unificadora y una plataforma que crea puentes y lazos solidos entre los cinco continentes. Amistades y alianzas capaces de mucho más que ganar o perder porque cuando llega el día de la ceremonia de inauguración lo más duro de la competición queda atrás y empiezan los días de ver cómo ese trabajo de meses se convierte en algo más tangible, valioso e irrepetible.

Quienes empezaron sabiendo apenas que era el arbitraje, la convención de Viena, o los drones  llegan a Viena convertidos en personas capaces de explicar en profundidad estos temas y sostener argumentaciones trabajadas, estructuradas, meditadas e investigadas y de estar preparados para afrontar cualquier reto profesional que venga en el futuro sea cual sea su trabajo porque si una cosa enseña el Vis más allá del derecho o arbitraje es a pesar de otra forma y tener unos principios que les guíen. En el Vis se adquieren unas habilidades blandas únicas además de una capacidad de mejorar las refutaciones, presentar los argumentos más fuertes al principio, conocer la importancia de la audiencia, cómo interactuar con ella y escucharla es esencial, el poder de investigar hasta la saciedad porque cuanto más puedas respaldar lo que dices con hechos y datos sólidos más fuerte será tu argumento, hablar con claridad sin prisa pero sin pausa, con concisión y estructura, adelantarse a los argumentos de la contra parte, reconocer el valor del silencio y las pausas. Además de aprender la importancia de usar la voz y las entonaciones .

El Vis no podía inaugurarse sin también hacer mención a Ucrania quien recibió una calurosa ovación de la audiencia porque los estudiantes que están participando demuestran lo importante que es que la educación siga teniendo su sitio como guía porque por encima de todo está competición es un ejemplo de una aventura que invita a la reflexión, el enriquecimiento a muchos niveles y deja la huella de un espíritu que vaya donde vaya se reconoce y al que acompañan momentos inolvidables y valiosos para quienes han participado.

Discurso de la presidenta de Kosovo en la ceremonia de inauguración

 

 

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