Real Hearing. Tan real como en el tribunal


La pasada semana, el árbitro internacional Bernardo M. Cremades, fundador del bufete español B. Cremades & Asociados, fue galardonado con el premio Global Arbitration Review a la mejor conferencia del año, en el marco de los premios anuales otorgados por la Global Arbitration Review (GAR) por su ponencia sobre “Abuso del Due Process en el Arbitraje Internacional“ impartida el pasado mes de noviembre como ponente invitado de la Alexander Lecture del Chartered Institute of Arbitrators’.

  • ¿Qué supone para usted este reconocimiento?

Global Arbitration Review se ha convertido en un centro creador de cultura arbitral a nivel internacional. Yo he tratado siempre de complementar mi actividad profesional con el mundo académico. Haber sido invitado este año por el Chartered Institute of Arbitrators es un honor que anualmente ofrecen a personalidades muy representativas del Derecho Internacional. Además, si la conferencia es elegida como la que más ha gustado a la comunidad arbitral llena de orgullo a cualquiera.

  • ¿Podría sintetizar en uno/dos párrafos lo transmitido en la conferencia premiada?

El debido proceso (“due process”) es algo consustancial al procedimiento arbitral, entendido por el Tribunal Constitucional español como “equivalente jurisdiccional”. Sólo si se guardan los principios de audiencia, contradicción e igualdad el arbitraje cumple su función en el Ordenamiento jurídico.

Sucede, sin embargo, que la práctica del arbitraje se ha convertido en algo excesivamente litigioso, quizá por la influencia y la importancia de la abogacía anglosajona. Se abusa con frecuencia de la invocación al “due process” como amenaza al árbitro, en la idea de que si no accede a una petición procesal más o menos forzada se deja entrever la ulterior acción de nulidad contra el posterior laudo por violación del debido proceso.

El árbitro debe garantizar el buen desarrollo del procedimiento, pero debe estar vigilante para que por el abuso no se llegue a situaciones de verdadera obstrucción arbitral.

  • Observando su brillante trayectoria en el sector del arbitraje internacional y de inversiones, ¿cuáles han sido los principales escollos que, profesionalmente, ha tenido que superar?

Lo fundamental en la labor de un árbitro es su profesionalidad. El arbitraje no puede convertirse en un procedimiento judicial de segunda clase. Se debe hacer justicia, “suum cuique tribuere”, garantizando a las partes la tutela arbitral efectiva a la que tienen derecho por el convenio arbitral.

“los Estados ya no son los únicos sujetos del Derecho Internacional económico, la fluida relación entre jueces estatales y árbitros ha resultado de lo más fructífera”

  • ¿Está en riesgo el actual sistema de arbitraje de inversiones?

Ortega hablaba de la crisis como la conciencia de cambio.

El arbitraje en general, y el de protección de inversiones muy en particular, ha sido verdaderamente revolucionario en el mundo del Derecho, aquí y en los cuatro costados de la tierra. Ha difuminado la distinción del Derecho Internacional público y privado, los Estados ya no son los únicos sujetos del Derecho Internacional económico, la fluida relación entre jueces estatales y árbitros ha resultado de lo más fructífera. Las mismas disciplinas del Derecho han cambiado y el tiempo, con la lógica distancia, así nos lo hará ver. Hasta la misma metodología de la enseñanza del Derecho ha variado; la oratoria, tan importante en nuestra profesión, no tenía cabida en nuestras facultades; los concursos internacionales de estudiantes en foros arbitrales han despertado la competitividad verbal.

  • ¿Cuáles son los principales retos que enfrenta el arbitraje comercial internacional?

El arbitraje comercial internacional goza hoy de muy buena salud. La política y en no pocas ocasiones la ignorancia de los políticos hasta ahora sólo han enturbiado la imagen del arbitraje de protección de inversiones.

Estoy seguro de que la crítica contra el arbitraje presente en algunos foros y sobre todo tertulias en medios de opinión pública es un fenómeno pasajero, pero que nos ha de servir de enseñanza para mejorar nuestra labor arbitral.

“A veces me sorprende ver en coloquios y conferencias de arbitraje a destacados personajes del Derecho, sin duda en busca de notoriedad para introducirse en este mundo tan atractivo”

  • ¿Cómo valora el momento que está viviendo el arbitraje español?

El arbitraje español ha conseguido hoy un interés enorme entre los juristas españoles.

A veces me sorprende ver en coloquios y conferencias de arbitraje a destacados personajes del Derecho, sin duda en busca de notoriedad para introducirse en este mundo tan atractivo.

Hemos vencido el recelo de los jueces y tribunales cuando hace pocos años veían al arbitraje con el lógico recelo de una competencia desleal del sector privado en la administración de la justicia. Sin embargo, el arbitraje en España necesita confianza, para que las empresas y sus abogados puedan estar seguros en la solución de sus litigios.

Gracias a Dios, queda lejos la perniciosa teoría del “amiguete” en el nombramiento de los árbitros, dada la profesionalidad de los árbitros y abogados que participan cada vez en mayor número en los procedimientos.

Todo Centro de arbitraje es bienvenido.

El CIAR ha tenido muy buenos padrinos. Pero todo Centro de arbitraje es una empresa de servicios muy cualificados y debe ganarse en libre competencia la clientela y, sobre todo, mantenerla después con muy alta calidad de los servicios arbitrales.

  • Finalmente, ¿cuál es su consejo para un abogado joven que decide orientar su carrera hacia el arbitraje?

Hoy en día la ilusión de los estudiantes más brillantes de las Facultades de Derecho es precisamente hacer una buena carrera en el mundo arbitral. Mi consejo es que se acerquen a buenos conocedores de la técnica arbitral, trabajar duro y procurar ser muy buenos profesionales.

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